A
partir del ’97 los asiáticos, en especial Japón, China y la India comenzaron a
ahorrar para prevenir una crisis y demostrar que volvían a ser confiables. El
ahorro se puso en los bancos estadounidenses y europeos, que maximizaron sus
ganancias. Con el ahorro excedente se dieron préstamos para incentivar el
consumo y préstamos hipotecarios que luego se transformaron en bonos
negociables en el mercado de capitales.
Los
bonos perdieron su valor y los préstamos se daban sin pensar el riesgo del
deudor, lo que provocó el fácil acceso a viviendas y se aumentaron los valores
de los inmuebles. El ahorro seguía acumulándose y el endeudamiento por la
guerra de Irak y el déficit fiscal de Bush contribuyeron con el desequilibrio
del sector público.
Como
consecuencia de esto último se subieron las tasas de interés, los bancos se
convirtieron en agentes inmobiliarios, contaban con más casas para rematar por
falta de pago.
El
momento de quiebre en el 2008 con la caída del banco Lehman, se expandió la
fuga de capitales y la crisis se trasladó a la economía cotidiana: desocupación
y recesión. Las economías antes abiertas y dependientes de Estados Unidos
fueron las que más sufrieron. Los negocios se volvieron riesgosos y aquellos
con fondos para prestarlos no lo hicieron cerrando sus economías abiertas.
EEUU
aprobó 789 millones de dólares para la recuperación del país. Dos tercios se
destinaran para ayudar a los deudores hipotecarios, la industria automotriz y
la inversión en infraestructura, mientras que con lo restante se harán
devoluciones de impuestos familiares y empresas para incentivar el consumo.
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